Luiz-Olyntho Telles da Silva Psicanalista

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TEXTURAS
en  PSICOANÁLISIS
año 8    nº 1    dic. 2008

Apresentado em 5 de dezembro de 2009, no encontro "LA POLÍTICA, lecturas Psicoanalíticas", Libreria y Editorial Santiago Arcos, Puán, 481, 1º piso,
Buenos Aires.

Queridos Colegas e amigos del Psicoanálisis


Estamos acá  para una presentación y una despedida.

La presentación es del último número de la revista Texturas en Psicoanálisis, año 8, nº1, diciembre de 2008. Como se puede ver, cumplimos con la sentencia apuesta por Lacan al final de La instancia de la letra en el inconsciente: T.t.y.m.u.p.t. Tu ahí te metiste un poco tarde. Parece tratar-se del destino de los que trabajan desde el après coup.

La despedida es de su Director, Juan Carlos Mosca, quien, después de haber dado status y legitimidad a la Revista, tiene ahora, por lo que sé, otro telos para su vida. Pues tenemos que agradecerle por su bien sucedido esfuerzo, y auspiciarle suerte.

Y acá estamos, un año después de la fecha de tapa. Lo que quiere decir, tan simplemente, que la Revista estaba lista para la prensa en esa fecha; de ahí, para ir a la prensa, y volver, los que tienen alguna experiencia de ese recorrido, saben que no es un simple vapt-vupt.

Pero llegamos. Ya la tenemos, y es una muy buena revista. Al final, trata de eso, de lo bueno, del bien. La política, dice Juan Carlos Mosca en su Presentación, consiste en la busca de respuestas por el bien, el bienestar y la felicidad, una felicidad – como nos recuerda Freud –, al parecer no contenida en el plano de la Creación. Su busca encuentra un imposible, cuyo malestar la política busca velar. Y al trabajo del Psicoanálisis en mostrar la brecha abierta en esa busca, en lugar de ocultarla, Mosca le llama política del síntoma. Desde ahí, busca armar con los textos de algunos colegas su Revista.

Una primera pregunta, investigativa, podría ser por la diferencia de esa Revista con un libro, con un libro del tipo readings. ¡Afuera la seriedad, me refiero a la seriedad numérica, nenguna creo! ¿Y porque la comparación? Voy a decirles. Tan pronto yo la tuve en manos, le pedí a algunos colegas su opinión, y las respuestas, genéricas, decían que los textos eran muy densos, difíciles. Pues fue desde ahí, una vez que en mi primera lectura quedé con la misma opinión, que se me ocurrió tomarlo como al texto de un libro. ¡Se trataba de un libro con una alta densidad enigmática y, como tal, requería llaves de lectura! Y pasé a buscarlas. Una vez que le pusimos atención, hay muchas. Pero yo no voy a mencionarlas todas, mismo porque eso sería del orden de lo imposible.

Verdad que no pude dejar de notar que la Presentación hablaba de siete artículos, mas una reseña. ¡Qué numero! – pensé yo, el numero de la mentira. Y luego leí el nombre de la reseñadora: ¡Maria Sette! ¡Mira vós! Ya era demasiado. Había que dar atención a la reseña. Y la autora reseñada, además, se llama Cecilia Plá. Ora, en mi país, plá es un argot muy usual para connotar mensaje: cuando alguien alcanza a trasmitir un buen mensaje, decimos que alcanzo a dar su plá. ¿Se entiende?

Muy bien. ¿Que destaca Maria Sette de lo que dice en Leer a Freud la señora Cecilia Plá? Yo llamaría la atención para dos cosas: 1) Todo analista ha de estar a la altura de su época y 2) que la autora se dedica a trabajar intensamente lo que se produce como efecto singular en el encuentro de dos campos: el de sujeto (vía pulsión) y el del Otro (vía significante). El primer punto habla de la contemporaneidad, y el segundo del conflicto generado por la participación del sujeto en el discurso. Veo que es posible hacer una lectura oblicua, quiero decir leer cada texto con la ayuda de os otros.

Nos preguntemos entonces por la contemporaneidad. Como estamos frente a la Facultad de Filosofía, preguntemos a un filosofo contemporáneo, preguntemos a Giorgio Agamben. A tomar por su artículo publicado, aún en el comienzo de ese año, en El Clarín (21/03/09), podemos suponer que recurrirá otra vez a Nietzsche, mientras él era aún el joven filólogo, pero ya el autor de Consideraciones intempestivas, para decir que es verdaderamente contemporáneo aquel que no coincide perfectamente con su tiempo ni se adecua a las suyas pretensiones. Ese anacronismo es la distancia crítica que le posibilita mejor aprender y percibir su tiempo. Contemporáneo, dice Agamben, es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, pero no para percibir sus luces, sino sus sombras. Su metáfora son las sombras que vimos en el cielo, de las cuales la astrofísica dice ser causada por el desplazamiento de las galaxias más alejadas de nosotros. Al alejarse, con una velocidad tan grande, su luz no puede llegar a nosotros. Por eso, ser contemporáneo es una cuestión de coraje: no basta percibir la sombra, hay que reconocer en ella una luz que, dirigida hacia nosotros, de nosotros se aleja infinitamente. Quiere decir, hay que llegar puntualmente a un encuentro al cual solo es posible faltar. ¿No les parece que a lo mejor habla de un imposible?

Osvaldo Delfabro no tiene duda: cuando se trata de desvendar los enigmas de la história, no es difícil, desde nuestra posición histórica, perder el rumbo. Si, es difícil ubicarse todo el tiempo, pero lo que verdaderamente importa es que la frasis denota una pre-ocupación con nuestro tiempo. Lo confirma David Krapf al reconocer en la fecha de la conferencia XXXI (Die Zerlegung…), de Freud, 1932, la fecha de conclusión de una de las presas más importantes del Zuidersee. Al tomarlo como metáfora para su apotegma Wo es war, soll Ich werden, Freud muestra ser un hombre de su tiempo porque así abre las puertas, no de su mismo tiempo, pero si para un más allá. Es con los recursos de ahora que el analista retoma los mitos, y me estoy refiriendo no solo a los mitos de la historia, sino a los mitos de la historia de cada analisante.

Pero se podría pensar que en la sombra de la contemporaneidad lo que se vislumbra es la luz del encuentro imposible.

Cuando David Krapf da atención a lo que él llama la sentencia de Freud, el Wo es war, soll Ich werden, eso me hizo recordar lo escrito de una piedra encontrada cierta vez por Mark Twain. Era la lápida de la tumba de Eva, donde Adán había escrito: Ahí donde Eva estaba, ahí era el Edén. Son sueños a decir de un imposible. Pero son sueños a los cuales estamos sentenciados. Del modo como David lo escribe, me hace pensar en una pregunta: ¿es el imposible lo que nos condena a buscar incesantemente? Recordemos que Julio Verne ha dicho que lo que un hombre puede soñar otro lo podrá hacer – pero a veces por la peor manera. Y lo más importante es que esas conquistas no son de una vez para siempre. Hay siempre una piedra en el camino.  Cuando Ernesto Daniel Márquez e Osvaldo Couso hablan del imperativo cristiano de amar al prójimo como a sí mismo, denuncian – junto con Freud –, otro imposible. Lo mismo lo hace Sergio Rodríguez al denunciar el imposible ideal de Liberté, egalité, fraternité. Silvia B. Rivello, en su especificación de la pasión de la ignorancia, denuncia la imposibilidad, ahí, de siquiera vislumbrar el encuentro imposible.

Contrario a la pasión de la ignorancia, al saber solo se acede via secundum intelectum.  Es desde ahí que David Krapf crea su cinta. Si él la nomina así, desde la pieza de Beckett, es porque su alengua – el español –, le permite. Su telos es una aproximación a la sentencia freudiana. Para tal, critica la máxima de San Tomé de que es preciso ver para creer, diciendo que, al contrario, uno cree justamente porque no puede ver. Creer es eso, es dar crédito a algo sin mucho fundamento. Y la cinta de Krapf importa como contrapartida de la política, para la cual lo importante es la construcción. Como dice David, uno domina el mundo a la medida que lo construye, y como esa cinta no suporta nenguna construcción, la política la desprecia, mientras los poetas lo adoran. Esa es la primera oposición entre política y poesía en la Revista. Delfabro va a examinar esa oposición en detalles por medio de la República de Platón, de donde se expulsa la poesía, y con ella al Real del síntoma y de la castración. En la medida que declara a los filósofos, por detentores del saber, como los más aptos al gobierno, Platón niega a sí mismo su condición de poeta y, después, Silvia Rivello va decir que uno de los importantes políticos de nuestro tiempo ha sido un poeta, y, a tomar por la poesía que nos trae, un poeta muy expresivo. Se trata de Mao Tse Tung. En su poema dice que el pescado que comía del Wuchang estaba hecho de nubes y de lluvias. Así que, además de gran político, Mao era nefelibata.

Del segundo plá destacado por Maria Sette, el conflicto generado por el encuentro del sujeto con la cadena discursiva, pienso que se ocupan en detalle Osvaldo Couso y Sergio Rodríguez. Mientras Sergio desglosa la fratria, mostrando que para su funcionamiento se exige la presencia de una ley que obedezca a la necesidad de no ser devorado por otros, Osvaldo entra en los pormenores de las consequências de haber diferencia a partir del Uno. Sergio ejemplifica con Caín y Abel, el hijo pródigo, etc., de cierta manera retomando la última clase del Seminario VI (1º/07/1959), cuando Lacan, tomando como ejemplo la forma más primitiva de lo que nos es ofrecido por la experiencia analítica, cual sea la relación del sujeto con lo recién llegado en la constelación familiar, dice que lo que nosotros llamamos una agresión, en esta ocasión, no es una agresión, es un souhait, un anhelo de muerte, tan inconsciente le suponemos, que se articula como que muera. Couso prefiere entrar por la lógica del significante: la diferenciación implica en significantes, eses en nombres y en la consequente expulsión de aquello que el nombre no alcanza nombrar, pues es propio del significante ausentar al excluido.

¿Y qué hacer? – reconocer la importancia de la letra y, yo diría, analizarse, pueden ayudar a estar advertido del siempre presente malestar.
Luiz-Olyntho Telles da Silva
Buenos Aires, 05 de dezembro de 2009

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